Lunes 7 de Octubre de 2024

NACIONALES

10 de septiembre de 2024

Más de 230 despidos confirman el final del reactor CAREM, un desarrollo que iba a ser de vanguardia en todo el continente

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Trabajadores cortaron este lunes la Autopista Panamericana en Zárate, a la altura del acceso al Complejo Atucha, en protesta por los (hasta ahora) 230 despidos en la obra del reactor CAREM. Se trata de un desarrollo de vanguardia en el continente que colocaba a la Argentina entre los líderes de un mercado estratégico a nivel mundial, compitiendo con grandes actores como Estados Unidos, China y Rusia.

«La decisión de la CNEA es paralizar el proyecto», confirmó Julio Gonzalez de UOCRA Zárate esta mañana sobre un proyecto que estaba pronto a finalizar, y que se enmarca en el ataque ideológico del gobierno a la ciencia nacional. La protesta, que contó con personal de ATE, UOCRA, Luz y Fuerza y UECARA, generó un kilómetro de cola de vehículos en ambos sentidos. Obviamente grandes medios se quedaron con esto último, sin detallar los motivos del reclamo ni la importancia del proyecto.

Se trata del primer reactor nuclear completamente propio del país, con tecnología de vanguardia en el mundo. Y que además le generaría a la Argentina un ingreso de divisas como exportador, teniendo en cuenta que solo un puñado de países están encarando algo similar en todo el planeta.

«Repudiamos los despidos. No podemos permitir que sigan destruyendo empleos y derechos conquistados con lucha. Esto no es un ataque a ellos, es un ataque a toda la clase trabajadora», advirtió la diputada provincial por Campana, Soledad Alonso.

El CAREM, un reactor de vanguardia

El proyecto CAREM es el primer reactor nuclear de potencia íntegramente diseñado y construido en nuestro país. “Si Argentina logra desarrollarlo a tiempo –destacaba en octubre pasado el ex ministro de Ciencia, Roberto Salvarezza– estaría liderando un mercado de pequeños reactores que promete ser muy estratégico a nivel mundial compitiendo con grandes actores como Estados Unidos, China y Rusia”.

Tiene una gran proyección para el abastecimiento eléctrico de zonas alejadas de los grandes centros urbanos o de polos fabriles e industriales con alto consumo de energía (incluyendo la capacidad de alimentar plantas de desalinización de agua de mar).

En etapa avanzada de construcción en la localidad bonaerense de Lima, el CAREM-25 fue diseñado originalmente para generar una potencia de 25 megavatios eléctricos (de allí su nombre), pero a raíz de sucesivas mejoras en la ingeniería y por la tecnología que se aplicará en el turbogrupo, el prototipo será capaz de generar una potencia eléctrica superior a los 32 MWe (lo que permitiría abastecer, como ejemplo de equivalencia, a una población de unos 120 mil habitantes).

El proyecto comprende una superficie de 18.500 m2, de los cuales alrededor de 14.000 m2 corresponden al llamado ‘módulo nuclear’, el sector que incluye la contención del reactor, la sala de control y todos los sistemas de seguridad y de operación de la central. La obra civil comenzó el 8 de febrero de 2014, momento desde el cual el CAREM se ha constituido como el primer SMR (modulares de baja y media potencia, según sigla en inglés) del mundo en estar oficialmente en construcción.

Los prejuicios y la presencia de Estados Unidos

Como resaltan Valeria Edelsztein y Claudio Cormick, se trata de un proyecto de avanzada a nivel mundial: la Central Argentina de Elementos Modulares o CAREM, un reactor modular pequeño (o SMR, por sus siglas en inglés), de construcción barata y rápida, e ideal para ciudades pequeñas y aisladas de los grandes tendidos eléctricos. “Su desarrollo y la oportuna puesta en marcha de un reactor de este tipo abre un sinfín de posibilidades para llevar energía a donde se la necesite”, comenta Tomás Avallone, operador de reactores nucleares y trabajador de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).

CAREM fue destacado el 5 de marzo de este año por la Nuclear Energy Agency como el proyecto cuya construcción estaba más avanzada en el mundo entre los únicos tres proyectos de SMR en curso, por delante del ACP100 chino y el Brest-OD ruso. Dos días después, la CNEA e INVAP anunciaban un memorando para exportar al mundo esta tecnología argentina. Las características del nuevo reactor lo volvían especialmente atractivo para exportar a países que actualmente no disponen de energía nuclear y cuyas redes eléctricas son pequeñas. “En términos económicos estamos hablando de exportaciones unitarias por más de 4 mil millones de dólares por cada reactor”, señala Avallone. Pero solo tres semanas más tarde, las noticias eran desalentadoras: el despido de 100 obreros de la construcción de CAREM marcaba la interrupción de este proyecto. ¿Qué pudo haber ocurrido? «Nuevamente prejuicios antinucleares… pero de un tipo diferente», remarcan Edelsztein y Cormick.

Y continúan: «Los prejuicios del nuevo gobierno argentino no son ecológicos como los de Alemania: el cuidado del ambiente no está en un lugar central entre las preocupaciones del experimento “libertario”; recordemos que Milei declaró que una empresa privada debe poder contaminar ríos “todo lo que quiera”. El prejuicio antinuclear mileísta es aquel según el cual “todo lo que hace el Estado argentino lo hace mal”: el desarrollo económico debería solo depender de la iniciativa privada».

Así, la parálisis del CAREM no parece ser solo circunstancial, sino que se debe «al brutal ahogo presupuestario al que fue sometida la CNEA por el gobierno, y que, como denunciaron sus autoridades en un comunicado, significó también la interrupción de —entre otras actividades— la construcción del Centro Argentino de Protonterapia», subrayan.

Este centro, comenta Jesuana Aizcorbe, bioingeniera en la Gerencia de Aplicaciones Nucleares de la Salud en CNEA, “también está paralizado y casi terminado”. Sería “el primero en el hemisferio sur si no nos ganan los australianos” y permitiría “tratar ciertos tumores en pacientes pediátricos y en adultos”.

Pero hay más motivos para el pesimismo, y se apoyan en constatar un segundo prejuicio antinuclear de Milei. Según el presidente, alinearse con los intereses de los EE.UU. “nos permitirá la prosperidad económica de nuestros pueblos, requisito para garantizar la soberanía”. Es decir, habría ventajas económicas en no enfrentarse con el imperialismo norteamericano. Sin embargo, el sector nuclear es uno en el que se ve que esto no es así. Como narra Diego Hurtado, el desarrollo nuclear argentino enfrentó desde el comienzo las trabas de Estados Unidos, que buscó instalar la idea de que los gobiernos argentinos podían perseguir objetivos bélicos al desarrollar esta forma de energía.

Más cerca en el tiempo, y como comenta Avallone, la influencia estadounidense se deja entrever por detrás de la parálisis no solo de CAREM sino también de la cuarta central nuclear del país, financiada por China, rival geopolítico de EE.UU. “Durante el último tiempo es notable el interés del gobierno estadounidense por frenar el desarrollo del CAREM”, comenta.

Y agrega: “En cuanto a la construcción de una cuarta central nuclear, fueron muchos los cambios de rumbo en el último tiempo. Claramente hay un interés externo en que esos proyectos no lleguen a buen puerto. Un dato es que ni bien se firmó el acuerdo con el FMI, durante la presidencia de Mauricio Macri” —para el cual resultó clave el apoyo de EE.UU., principal accionista del Fondo—, “se frenó el proyecto de la cuarta central”. Concluye: “En definitiva, las relaciones carnales nunca fueron de la mano con el desarrollo industrial nacional”.

La historia de la Argentina atómica ¿iba? a tener un nuevo hito en la finalización de la construcción y la puesta en marcha de CAREM, se lamentan Edelsztein y Cormick. «Quitar a la CNEA el presupuesto para esta iniciativa –añaden– no significará liberar el terreno para que un hipotético sector privado dinámico amplíe nuestra matriz energética. Significará simplemente una parálisis. La diferencia entre que el Estado emprenda o no esas tareas de ampliación no es la diferencia entre “más” y “menos” Estado. Es la que hay entre el Estado de un país genuinamente “en vías de desarrollo” y el de uno que, salvo por no producir bananas, se encamine a ser ‘bananero’».

Tiempo Argentino



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